1° de Mayo: Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora

Unidad e Identidad de Clase para Derrotar al Enemigo Común

El 1º de mayo de 1886, anarquistas, socialistas y sindicalistas de Chicago, Estados Unidos, lideraron huelgas y movimientos de protesta, con el objetivo de lograr la jornada de 8 horas de trabajo, que en aquel momento podía durar hasta 18 horas. Los obreros demandaban una jornada laboral que les permita poder contar con 8 horas de descanso y con 8 horas para poder disfrutar del ocio creativo, es decir, ocuparse en actividades como el arte, la ciencia, la lectura y el esparcimiento. Estas movilizaciones fueron ferozmente reprimidas, muchos obreros sufrieron la cárcel y cinco de sus dirigentes fueron condenados a la horca. A raíz de este hecho, en 1889 la Segunda Internacional Socialista llamó a movilizaciones obreras a escala mundial para conmemorar a los Mártires de Chicago y continuar su lucha.
En nuestro país, a fines del siglo XIX, comenzó a conmemorarse el Día Internacional de los Trabajadores. Esta fecha estaba impregnada de un fuerte espíritu internacionalista y reivindicativo, e inclusive, de lucha contra el orden social vigente. Los acontecimientos conocidos como la Semana Roja de 1909 son una muestra del sentido que asumía el 1º de mayo en la Argentina de aquel momento.

 

HISTÓRICO DÍA DE LUCHA

Hoy, muy lejos en el tiempo de aquel 1886, en Argentina la fecha del 1° de Mayo es un feriado nacional, -tratando de desnaturalizarla y desvincularla de lo que es un día de lucha- para recordar aquella gesta de conquista de derechos, que se ganaron a fuerza de lucha y organización obrera. Otros países ni siquiera conmemoran esa fecha*.
Mientras vemos que las políticas laborales, económicas y sociales, en Argentina y en gran parte del mundo, avanzan ferozmente contra los derechos de trabajadores y trabajadoras, reivindicar el 1° de Mayo es de suma importancia en este contexto.

El ajuste del modelo neoliberal y del sistema capitalista cada vez más salvaje, viene por todo y por todos. La precarización, la quita de derechos, conquistas históricas y el ataque a los Convenios Colectivos de Trabajo y las Organizaciones sindicales, son moneda corriente en el mundo actual.

Con diversas iniciativas el sistema y modelo económico de exclusión, desarrolla iniciativas de reformas laborales, previsionales e impositivas, con el claro objetivo de quitar derechos establecidos y para lograr mayor explotación, exclusión y supeditación de los sectores populares y en particular de los trabajadores organizados, porque su objetivo final sigue siendo lograr la fragmentación del movimiento de trabajadores y trabajadoras.

UNIDAD CONTRA EL ENEMIGO COMÚN

Hoy reivindicamos aquellas luchas de hace más de 130 años y todos los logros que vinieron después. Pero también es necesario mirar el panorama actual, donde el enemigo se hizo mucho más fuerte y agresivo para con nuestra clase obrera, y sufrimos los constantes ataques a todos los derechos obtenidos y “techo” para nuevas conquistas. Por eso, el desarrollo de organización interna y unidad para enfrentar a este enemigo, debe estar a la altura de esta realidad.

Los trabajadores y las trabajadoras debemos convencernos del poder de nuestra fuerza, articular entre todos los sectores para, no sólo superar las medidas concretas de ajuste y precarización laboral que sufrimos muy fuertemente en la actualidad. También podemos y debemos desarrollar otro modelo económico, que no sólo nos tome como la mano de obra de un sistema cada vez más agresivo y destructor de las relaciones humanas. Debemos derrocar el ideario del “sálvese quien pueda” y la mirada individualista de las relaciones laborales y sociales, que hoy son moneda corriente. Nos quieren convencer de que “aquellas personas que se esfuerzan pueden progresar”. Pero no nos dicen que ese “esfuerzo” es a costa de la mayor explotación, la resignación de derechos históricos y perjudicando a otros trabajadores y trabajadoras.

RECUPERAR EL ORGULLO DE SER TRABAJADORAS/ES

Año a año, para esta misma fecha remarcamos la importancia de reconocernos y reivindicarnos orgullosamente “clase trabajadora”, solidarios y comprometidos colectivamente. No debemos acostumbrarnos a la resignación de derechos que vivimos constantemente. No debemos acostumbrarnos a los despidos, a la flexibilización, la subcontratación, la tercerización, como única alternativa de relaciones laborales. No podemos seguir mirando para otro lado porque “a mí no me toca”, sino que tenemos que reconstruir solidaridad de clase que supimos levantar como bandera histórica.

Y, lo más importante, continuemos desarrollando la lucha, la organización y la formación en todos los niveles para que la estabilidad y las mejores condiciones laborales sean universales a toda la clase trabajadora. Sabemos que no será fácil porque el sistema capitalista y el neoliberalismo han sido muy hábiles para generar la fragmentación y la división.

Pero a los y las trabajadoras nunca nos han regalado nada. Por eso, no bajamos los brazos ni nos resignamos.

¡¡FELIZ DÍA, TRABAJADORES Y TRABAJADORAS!!